Un día recibí una invitación a algo diferente, algo que desafía toda tu forma de ser. Con la mochila a cuestas y un mar de dudas me subo a un avión que mostrará una forma distinta de ser y vivir el turismo…EL TREKKING.
Luego de un viaje a través de la Quebrada de Los Sosa llegamos a Tafí del Valle (Tucumán) donde la mañana siguiente nos espera con un nuevo desafío que alcanzar. Comienza el día, chequeo por quinta vez mi mochila y siguiendo las recomendaciones de los guías locales reviso no tener nada de peso extra; ahora sí arrancamos con este camino de aventura que nos llevará desde Tafí del Valle hasta Siambón pasando por La Ciénaga y Anfama.
A mitad de una subida que parece no tener fin, hacemos una parada para descansar e hidratarnos pero al levantar la vista el paisaje nos sorprende...allá abajo en lo lejos se encuentra la ciudad que dejamos hace apenas unas horas. Pasado el mediodía hacemos nuestra tan esperada parada para almorzar a orillas del río donde en pocos minutos armamos un campamento y nos dignamos a disfrutar de nuestro alrededor. Luego de un merecido descanso y un poco de sol, seguimos camino a La Ciénaga. Atravesando innumerables paisajes secos llegamos hasta nuestro primer puesto donde Rogelio & Nilda nos reciben con agua caliente y un delicioso pan casero; luego de bajar las mochilas llegan los festejos y felicitaciones; hemos cumplido el primer y más difícil día del recorrido. Cae la noche y con ella el frío; Nilda nos invita a pasar a su casa y sentarnos junto al fuego con ella y su familia para poder cenar. Aunque las risas, historias y anécdotas no faltaron llego la hora de irnos a dormir. Recuerdo a una persona muy especial diciéndome días antes de partir “lo importante es no pasar frío”; con esa frase en mente miro mi bolsa de dormir que lejos está de ser la adecuada y agradezco a Nilda por las brazadas de piel de oveja que nos ofreció…la noche no será tan dura como esperábamos.
Al amanecer una nube atraviesa el valle, lo cual indica que nos espera un largo y frío día. Cerramos las carpas, preparamos nuevamente las mochilas y después de un rico y calentito desayuno comienza nuevamente la travesía. El camino desde La Ciénaga hasta Anfama nos espera con un largo faldeo por el valle y una gran bajada final. Pero aunque el día parece ser más tranquilo, algo me dice que no va a ser el mejor! Luego de algunas horas de caminata nos toca atravesar esa gran nube que no solo bajará la temperatura abruptamente sino también que nos dará un rocío que nos acompañara todo el viaje. Claramente nuestra parada para almorzar está lejos de ser lo que fue la anterior; mojados y con frio, comemos rápido para poder seguir caminando. Comienza la gran bajada y con ella aparece el sol que tanto esperábamos. A mitad del camino necesito descansar; la mochila parece estar cargada de ladrillos, las piernas me pesan, los tobillos me duelen y sobre todo los pies me arden….me ciento en una roca para poder descalzarme y aparece eso que siempre temí: las ampollas. No importa, levanto la mirada y el paisaje lo puede todo; dejamos lo seco de Tafí para meternos en medio de los valles, las montañas encierran un hermoso valle tapado por nubes que dejan entrever nuestro siguiente puesto. Cargo nuevamente esa enorme mochila y me convenzo de que cada paso que dé me acerca más al objetivo. Por fin llegamos a nuestro segundo puesto, donde Yoyo & Petrona nos esperan no solo con agua caliente y pan casero sino con algo tan vital como una ducha de agua caliente y camas para descansar bien. Luego de un rico cordero, los dueños de la casa se suman a la mesa para una buena guitarreada y un sinfín de historias y leyendas sobre los valles.
Comienza el tercer y último día; vendados bien los pies para evitar el dolor, comenzamos la última bajada hasta La Junta donde junto a una rica picada tomamos valor para cruzar varias veces el Río Grande que nos separa de nuestro destino. Nos remangamos los pantalones, ajustamos bien las mochilas y allá vamos; cruzamos el primer tramo del río sin problema. Emprendemos nuevamente la marcha pero el paisaje nos sorprende una vez más y nos obliga a parar, la selva tucumana en su mayor esplendor nos recibe y muestra el camino a seguir. Enormes árboles, grandes helechos y musgo por doquier son signo de que nos adentramos a las yungas tucumanas. Luego de atravesar varias veces el río y un largo camino llegamos al final del recorrido donde la camioneta que nos llevará al hotel nos espera como cierre de este camino de aventura.
Y al final del recorrido, sentada en la terraza del hotel, me doy cuenta que la montaña te enseñan. Te enseña a encontrarse con uno mismo, a valorar las cosas importante y dejar los lujos de lado, te enseña que no importa cuán lejos este la meta siempre hay que dar un paso a la vez para alcanzarla, que no corriendo se llega más rápido y sobre todo, que nunca hay que bajar los brazos. Agradezco a los puesteros que nos recibieron y abrieron las puertas de sus casas para hacernos sentir como en nuestras propias casas; a todas las personas que apuestan a esta experiencia y por el cuidado y respeto de la comunidad local. Pero sobre todo, agradezco a esa gente que no le está dando la espalda a la comunidad y los ayuda a crecer.
Muriel Douton
Estudiante de la Licenciatura en Turismo de la Universidad Nacional de Lanús
Colaboradora voluntaria del Instituto de Turismo Sostenible para América Latina y el Caribe
Muy lindo relato, Muriel, gracias por regalarlo para que podamos disfrutar del viaje.
ResponderEliminar