Los pequeños pueblos que conforman el partido de Olavarría en la provincia de Buenos Aires (Argentina) son dueños de singulares atractivos: antiguos ferrocarriles, estructuras fabriles y mineras, una geografía que invita a recorrer canteras, lagunas y sierras. Sumado a ello, se enriquecen gracias a la cultura y a las tradiciones de sus habitantes, descendientes de inmigrantes europeos y de pueblos originarios.
Cada comunidad posee características propias, e historias que vale la pena conocer. Con ese fin nace en el año 2007 la Red de Museos Municipales de los Pueblos.
Este proyecto invierte la lógica vertical de los museos clásicos, resignifica la figura de un museo estático, poniendo bajo la lupa a la propia comunidad. De esta forma el espacio responde a la construcción de una identidad comunitaria. Allí, los protagonistas no son colecciones ni cuadros, sino los objetos y las historias que se esconden detrás de ellos.
En los museos los vecinos cuentan su propia historia. Este trabajo reafirma el concepto de humanizar a la Historia, que ésta no contenga meros datos vaciados de gente, sino poner a la gente en la historia.
La fuerza motora que impulsó y desarrolló el proyecto la tuvo Maribel García, directora de La Red de Museos, con el apoyo de la Subsecretaría de Cultura, Educación y Turismo de Olavarría. En su afán de transformar esos espacios abandonados para que no fueran simples depósitos de objetos, le propuso al Intendente un proyecto en participación con la gente del pueblo, para que ellos se sintieran parte del museo y revalorizaran su propia historia.
Integran dicha Red los Museos Municipales:
1. Ariel Chiérico, de Colonia Hinojo.
2. La Estación, de Sierras Bayas.
3. Ema Occhi, de Sierra Chica.
4. Miguel Stoessel Muller, de Colonia San Miguel.
5. Museo de Sitio Calera La Libertadora, de Sierras Bayas.
6. Museo Municipal de Hinojo
7. Museo Municipal de Espigas.
Una de las características que los diferencia del museo convencional, es que son los propios habitantes de los pueblos quienes expresan a la Municipalidad el deseo de la creación de un espacio común. Ellos participan de todo el proceso de transformación del lugar, de recopilar los objetos, de crear y documentar los testimonios, y hasta de elegir al director del lugar. Los encargados de los museos son vecinos de cada uno de los pueblos. No son personas especializadas en museología ni cultura, sino gente que quiere el lugar, lo defiende, y cuando hace una visita guiada lo puede contar desde su experiencia y su vivencia.
Para Maribel García, la creación de un museo vivo es como una labor antropológica en “donde hay que hacer un trabajo de campo viviendo y conociendo y no entrometiéndose en las historias de sus habitantes”, porque la intención es que ellos sientan que cuentan sus propios relatos, que luego se verán en las salas.
La museografía de estos espacios surge de las entrevistas con los vecinos, de los relatos de los más ancianos, del registro testimonial, y de la donación de objetos que se clasifican a partir de la historia de sus donantes. Pero cada pueblo se nutre de un factor distinto a la hora de sentar los cimientos del proyecto.
En algunos espacios los oficios se construyen como sello identitarios de la comunidad, como es el caso de los picapedreros que llegaron desde Italia a Sierra Chica a romper piedra en las canteras para hacer el adoquinado de todo Buenos Aires. Allí, se construyó el relato a través de la revalorización del trabajo artesanal que hacían estos hombres y en torno a las costumbres que el pueblo adquirió alrededor de la labor.
En el caso del Museo-Hogar de Villa Fortabat, las historias se cuentan a través de la fábrica que fue la que le dio vida al pueblo, de los inmigrantes que llegaban directo a trabajar a Loma Negra, y de los hogares que se construyeron alrededor de la cementera. La fábrica se instaló en 1927. A partir de ahí, se armó un complejo de viviendas, el jardín y colegio para los hijos de los trabajadores, los almacenes, el cine cómo espacio de recreación, hasta llegar a forjar un pueblo de cuatro mil habitantes. Este museo, busca homenajear a los inmigrantes de más de 20 nacionalidades que cruzaron el océano a principio de siglo XX, y se instalaron en Loma Negra.
Esta nueva visión sobre museo vivo recibió en 2011 una mención del Primer Premio Iberoamericano de Educación y Museos. Es el reflejo de un fenómeno educativo y participativo que se viene manifestando y transformando a nivel mundial: trabajar la identidad, y la memoria desde un proceso participativo. Resignificar el espacio museo, ya no como un lugar estático dónde se exhiben objetos, sino dónde se dan procesos sociales, de reflexión, comunión y sobre todo inclusión.
“Tiene que ver con volver a mirar quiénes somos, como lo que sucedida en las viejas tribu cuando terminaba su día y se reunían alrededor del fuego y contaban las historias del día”, señala su directora. “No somos museos pensando sólo un pasado que quedó allá y que nosotros proyectamos. Somos un presente que contamos nuestro pasado y también pensamos en un futuro. “
Fuentes:
olavarria.gov.ar
recursosculturales.com
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