El concepto de desarrollo sostenible es planteado por primera vez en el año 1987, a través de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), quien lanza el Informe “Nuestro Futuro Común”, más conocido como “Informe Brundtland”. Dicho Informe define al desarrollo sostenible como “aquel que garantiza las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. (Informe Brundtland, 1987, p. 1)
Si viene esta idea resulta abstracta, el desarrollo sostenible es planteado como un proceso continuo, en permanente transición, con múltiples acciones y recomendaciones a llevar a cabo. Para acompañar este cambio es que surge la propuesta de crear una declaración de carácter universal que fuera facilitadora de este proceso. De tal forma, en el año 1994, surge la iniciativa de desarrollar la Carta a la Tierra.
Durante 5 años circularon diversos borradores, de los cuales se realizaron procesos de consulta, surgiendo recomendaciones y comentarios de lo que debía ser incluido en la Carta. Participaron diversos grupos de expertos, líderes religiosos, hombres de ciencia, de leyes. Es importante destacar en esta instancia la gran pluralidad de participantes, con el fin de alcanzar una máxima representatividad.
El proceso concluyó el 29 de junio de 2000, fecha en que fue lanzada formalmente la Carta de la Tierra, en el Palacio de la Paz, en La Haya, Holanda.
Durante los años posteriores a su publicación tuvo lugar una campaña de apoyo, fue así que más de 2000 organizaciones dieron su aval a la Carta. La cual, actualmente, es utilizada como herramienta educativa, de desarrollo local y comunitario, ética y en procesos de gobernabilidad, legislativos y de paz.
Los principios incluidos en la Carta son:
- respeto y cuidado de la comunidad de la vida
- integridad ecológica
- justicia social y económica
- democracia, no violencia y paz
Pero ¿qué es lo que esta Carta quiere manifestar?
Principalmente, reconocernos en una unidad, que la humanidad se visualice no como comunidades separadas, sino como una gran familia, habitantes todos de un mismo planeta.
Por otro lado, esta unidad tiene un fin, un fin común y beneficioso para todos, el de “crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz”. (Carta de la Tierra, 2000, p 1.)
Y cuan necesario se hace tener en claro esta unidad, para que juntos podamos trabajar en pos de un mundo mejor, más justo, más sostenible. Para que los intereses de unos pocos, pero poderosos, no opaquen los ideales de muchos. Para poder luchar con esos paradigmas dominantes de producción y consumo, donde es más importante “el tener” que “el ser”.
Sin dudas, la definición de desarrollo sostenible de 1987, nos llama a pensar en las futuras generaciones, y a mantener en el presente una actitud de responsabilidad. 13 años después la Carta de la Tierra viene a reafirmar este sentido de responsabilidad universal. Hoy el desafío sigue latente, no es tarea fácil, a veces hasta parece una linda utopía, pero estoy convencida que un viaje largo comienza con el primer paso, solo hay que animarse a darlo.
Marcela Navarro.
licenciada en Turismo de la Universidad Nacional de Lanús,
asistente del Instituto de Turismo Sostenible para América Latina y el Caribe,
estudiante de la Maestría en Gestión del Turismo Sostenible de la Universidad para la Cooperación Internacional - UCI
Fuentes:
Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU. (1987). Informe Brundtland. Recuperado de http://www.upv.es/
Organización de las Naciones Unidas. (2000). Carta de la Tierra. Recuperado de http://www.earthcharterinaction.org/
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