Al menos todos, una vez al año, festejamos algo…
Fiestas religiosas, patrias, conmemoraciones alusivas al “día de.”: madre, padre, niño y cuanta relación exista en el mundo humano, se festeja.
El solo hecho de cumplir años (cuestión de la que nadie se salva) se festeja. Los dulces 15, los esperados 18, y hasta los números redondos como los 30, los 40, los 50, se festejan.
Las etapas de la vida, se festejan. Graduarse, recibirme y hasta jubilarse. Todo es motivo de fiesta, de conmemoración.
Y donde hay fiesta hay comida, y donde hay comida, también se bebe, y algunos bailan…
Pero también puede darse al revés: un alimento puede ser motivo de fiesta, un plato también lo es y hasta una bebida. Un baile, una música.
Fiesta, comida, baile, música, y llega el Turismo! Una celebración por sí misma.
El Turismo Cultural, que nos acerca a lo particular de cada comunidad, es parte de estas actividades que se desarrollan en cada pueblo. Muchas veces estas fiestas congregan más personas que las que viven en el propio lugar. Multitudes se trasladan para vivir desde adentro horas o días de celebración.
Sin importar su nombre, todas llevan el esfuerzo de cada comunidad, muchas de ellas trabajan todo el año para ofrecerle al turista, a los pueblos aledaños y a la propia región, una experiencia única.
Existen fiestas que honran un tipo de música, otras invitan a degustar alimentos propios de esas tierras.
“Las fiestas, como momentos de conmemoración y congregación popular, poseen sus raíces en el interior de una determinada comunidad siendo importantes para la cohesión social y el refuerzo de la memoria y de los valores identitarios de un lugar. Pueden ser consideradas como acontecimientos sociales de carácter parcialmente colectivo, que generalmente producen una ruptura con la rutina de la vida social, que crean comportamientos, sobre todo, rituales y expresivos, y relaciones interactivas fuera de los efectos de los largos períodos de rutina..
Se caracterizan como bienes simbólicos y están asociadas a la vivencia colectiva y a las creaciones y recreaciones comunitarias siendo consideradas expresiones de la fe o alabanzas, fruto de la creatividad e invención de un determinado grupo social y región. Unida a ellas hay una red de relaciones sociales y códigos culturales presentes en los símbolos, en la división de los géneros, en los cánticos, en la gastronomía y en la música; y confieren sentido y significado a las formas de los grupos sociales, afirmando sus diferencias y singularidades respecto de los otros”. [1]
Todas ellas activan el desarrollo de la localidad receptora, y la actividad turística posee un papel primordial. De esta forma la cultura local se manifiesta y se da a conocer a los no residentes. Las formas de ser y actuar de cada pueblo tienen lugar en cada celebración.
Muchas veces son fiestas que surgen espontáneamente y luego van tomando forma. En otras ocasiones sucede al revés, para atraer a la actividad turística se piensa y desarrolla una fiesta teniendo en cuenta las características del lugar.
Pero cuando el turismo no es llevado a cabo con una buena planificación pueden surgir algunos inconvenientes. Y el desarrollo de fiestas populares y el posterior proceso de convertir estas fiestas en productos turísticos, no es la excepción. “El redimensionamiento de los hechos culturales con fines turísticos ocasiona, en algunos casos, la pérdida de la continuidad cultural debido a la valoración del aspecto mercantil en detrimento del aspecto identitario. En determinados destinos turísticos las fiestas y danzas populares son resignificadas al insertarse al sistema de producción y consumo turístico, destacándose la banalización de las fiestas tradicionales así como la transformación de rituales sagrados en rituales de entretenimiento”.[2]
Las manifestaciones populares sufren un proceso de recreación o reinvención por parte de los agentes que actúan en el turismo los cuales privilegian sus aspectos visuales y, en algunos casos, les imponen un patrón (sea en los trajes, la coreografía, o en la sustitución de los instrumentos musicales originales) superando la diversidad del patrimonio inmaterial”.[3]
El Turismo siempre estará ligado a la Cultura, pero debemos trabajar para que esa relación no sea simbiótica sino más bien de construcción: que la actividad turística no anule culturas sino que valore, conserve y respete lo particular de cada comunidad.
Indefectiblemente las fiestas estarán asociadas al Turismo, pero especialmente a la vida misma. Porque no importa que tan joven o viejo seas, el solo hecho de vivir, ya es un buen motivo para el festejo!
Marcela Navarro,
Licenciada en Turismo (Universidad Nacional de Lanús),
colaboradora voluntaria del Instituto de Turismo Sostenible para América Latina y el Caribe.
[1] Brandão, C. R. (1974) "O que é folclore". Brasiliense, São Paulo
[2] Santana, A. (2009) "Antropologia do turismo: analogias, encontros e relações". Aleph, São Paulo
[3] Karoliny Diniz Carvalho, Wladimir da Silva Blos, Performance y experiencia turística del Tambor de Crioula en São Luís de Maranhão – Brasil, disponible en http://www.scielo.org.ar/
gacetafrontal.com/biografia-de-juan-diego-florez/
ResponderEliminarpor supuesto que esto llega a traducirse como un verdadero orgullo para el Perú que cuenta con uno de los mejores representantes en este ámbito.