Por iniciativa de la UNESCO, 1995 fue declarado Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia, y en su transcurso se realizó una campaña mundial en favor de la tolerancia y la no violencia. El Día Internacional de la Tolerancia tuvo su origen en el impulso de ese Año
La tolerancia no es un fin, sino un medio. Es la calidad esencial mínima de las relaciones sociales que permite descartar la violencia y la coerción. Sin tolerancia, la paz no es posible. Con tolerancia, es posible hacer realidad numerosas posibilidades humanas y sociales, y en particular la evolución de una cultura de paz.
El 12 de diciembre de 1996 se aprobó la resolución 51/95 de la Asamblea General que marca la observancia del Día Internacional para la Tolerancia. La resolución se aprobó tras la celebración en 1995 del Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia, proclamado por la Asamblea en 1993 (resolución 48/126), por iniciativa de la Conferencia General de la UNESCO.
La tolerancia es la base del respeto mutuo entre las personas y las comunidades, y es esencial para construir una sociedad mundial unida en torno a valores comunes. Es una virtud y una cualidad, pero ante todo, la tolerancia es un acto: el acto de acercarse a los demás y ver las diferencias, no como barreras, sino como una invitación al diálogo y la comprensión.
La tolerancia es especialmente necesaria para protegerse de la política de la polarización, en una época en que los estereotipos, la ignorancia y el odio amenazan con destruir el delicado tejido de unas sociedades cada vez más diversas. El mundo de hoy está más interconectado que nunca a través del comercio y la informática, pero las divisiones tanto entre las comunidades y los Estados, como dentro de ellos, se ven exacerbadas y profundizadas por la pobreza, la ignorancia y el conflicto. Además, como la velocidad de la comunicación desdibuja los límites entre el plano global y el plano local, las tensiones en un rincón del planeta pueden propagarse rápidamente a otros lugares.
La tolerancia es parte de la solución a esos desafíos, ya que puede tender puentes entre las personas y abrir canales de comunicación. La tolerancia no implica aceptar todas las prácticas y opiniones por igual. En cambio, su valor radica en que promueve una mayor conciencia y respeto de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales.
La tolerancia es inherente a las Naciones Unidas. La Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas sigue emprendiendo valiosos esfuerzos para luchar contra el extremismo y promover la comprensión intercultural a través de asociaciones con los medios de comunicación y programas de intercambio para jóvenes. El pasado mes de agosto, las Naciones Unidas iniciaron el Año Internacional de la Juventud bajo el lema “diálogo y comprensión mutua”; además, la tolerancia es uno de los temas centrales de 2010 Año Internacional de Acercamiento de las Culturas, una iniciativa de la UNESCO.
La tolerancia no puede darse por sentada. Debe ser enseñada, inculcada y comunicada. La educación, dentro y fuera de las aulas, es esencial para reforzar la tolerancia y combatir el odio y la discriminación. En este Día Internacional de la Tolerancia, reafirmemos nuestro compromiso con el diálogo y la comprensión entre todos los pueblos y las comunidades y hagamos que quienes sufren de discriminación y marginación estén presentes en nuestros pensamientos y nuestros corazones. Una humanidad unida implica vivir y trabajar juntos sobre la base del respeto mutuo en beneficio de la enorme riqueza que representa la diversidad humana.
Fuente: Argentina.ar
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