El primer indicador del desarrollo en términos generales fue el Producto Interior Bruto por cápita (PIB), creado en 1934 por Simon Kuznets, un economista y estadista ruso-estadounidense galardonado del Nobel de Economía en 1971. Mientras que este indicador es uno de los más conocidos, tiene algunos inconvenientes. En efecto, el PIB solamente permite establecer una comparación entre el nivel de vida teórica de diferentes países, pero no pone en evidencia las desigualdades sociales y sus evoluciones. Además, el modo de cálculo de este indicador se hace sobre la base de la contabilidad nacional, por eso todas las actividades ilegales y no declaradas no aparecen en el resultado final. Entonces, el PIB solamente da una estimación de la riqueza de un país, no rinde cuentas del bienestar real de una población ni de los impactos negativos que pueden existir, como el costo medio ambiental vinculado con este desarrollo.
Fue después en los años 90 que apareció el Índice de Desarrollo Humano, un nuevo indicador publicado cada año por la PNUD, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. El IDH representaba una alternativa al PIB menos centrada sobre la economía pero más sobre el potencial humano. Este indicador se cálculo sobre la media de tres parámetros que son la longevidad, con la esperanza de vida al nacer, el nivel de vida, con el PIB per cápita PPA, y la educación, mesurado con la combinación de la tasa de alfabetización y de la tasa de escolarización. La publicación de 2010 presento a Noruega en primera posición, con un índice de 0,938 y Zimbabue en último con 0,140. Este indicador da una buena evaluación del desarrollo humano de cada país pero del hecho de que es a nivel nacional no permite considerar desigualdades como de sexo, de etnia o de región. Para ser más preciso y realista debe ser completo con otros indicadores parciales como el IDH corregido por nivel de ingreso, sexo o lugar de residencia. A veces estas correcciones revelan la existencia de discriminaciones generalizadas como la de las mujeres. En efecto, en todos los países el IDH femenino es inferior al IDH masculino.
Hay también algunos temas casi imposibles a evaluar de manera concreta. En efecto, la PNUD intento en 1991 de definir un indicador de libertad humana pero las investigaciones que esto implicaba sobre algunos regímenes políticos creó polémicas que hicieron detener las búsquedas de indicadores sobre este tema.
Christelle Chapelot
No hay comentarios:
Publicar un comentario